Revista N°4. Abril 2007
Por: Fernanda María Álvarez Chamale
Imagen: Eduardo Newark
Imagen: Eduardo Newark
El malestar del bicho raro es una especie de incomodidad, de impaciencia, de impotencia, de angustia, de rareza. Su malestar es un vacío lleno de nada, de las nadas que a todos nos llenan, de esas que no entendemos por qué nos ocupan tanto tiempo y por qué el tiempo les dedica tanto espacio.
El malestar del bicho raro es como el zumbido de una avispa molesta, de esas que dan vuelta como moscas de basura, pero con aguijón afilado que amenaza y que lastima.
El malestar del bicho raro es parecido al sol que da de frente a la cara, a esa encandilación que les robó los ojos a los ingenuos y les devolvió una visión más diplomática.
El malestar del bicho raro es un sentimiento inexplicable... un dolor que carcome en la noche, una sensación de vida no vivida que huye entre los escombros de la no voluntad, de la inconsciencia, de las heridas.
El malestar del bicho raro es un sueño frustrado parecido a tu oculta alegría; es una mirada perdida entre las miradas que no se miran; es un ojo por ojo y un diente por nada… y es todo su todo por la gran mentira.
El malestar del bicho raro es a veces tu propio "estar bien" y mi propio "estar mal”... es estar sin saber dónde, ni por qué, ni cómo estamos, pensándonos, huyéndonos, amándonos, olvidándonos ... estando.
Su malestar es la enfermedad de no sentir hambre, ni sed, ni necesidad en medio de un mundo hambriento, sediento y necesitado. Es correr junto a los que corren sin entender ni conocer la causa de su carrera. Es descubrir a cada instante un instante menos sin tiempo para pensar en los instantes descubiertos. Es aceptar que no le son tan tristes las penas ajenas como las propias miserias, que la pobreza es una cosa y que la tristeza es otra, pero que ambas son aguas de un mismo río que corre bajo una misma sombra hacia una misma muerte.
El malestar del bicho raro es la imposibilidad de ser otro bicho... es, quizá, su propia rareza: sentirse bicho y saberse humano.

El malestar del bicho raro es parecido al sol que da de frente a la cara, a esa encandilación que les robó los ojos a los ingenuos y les devolvió una visión más diplomática.
El malestar del bicho raro es un sentimiento inexplicable... un dolor que carcome en la noche, una sensación de vida no vivida que huye entre los escombros de la no voluntad, de la inconsciencia, de las heridas.
El malestar del bicho raro es un sueño frustrado parecido a tu oculta alegría; es una mirada perdida entre las miradas que no se miran; es un ojo por ojo y un diente por nada… y es todo su todo por la gran mentira.
El malestar del bicho raro es a veces tu propio "estar bien" y mi propio "estar mal”... es estar sin saber dónde, ni por qué, ni cómo estamos, pensándonos, huyéndonos, amándonos, olvidándonos ... estando.
Su malestar es la enfermedad de no sentir hambre, ni sed, ni necesidad en medio de un mundo hambriento, sediento y necesitado. Es correr junto a los que corren sin entender ni conocer la causa de su carrera. Es descubrir a cada instante un instante menos sin tiempo para pensar en los instantes descubiertos. Es aceptar que no le son tan tristes las penas ajenas como las propias miserias, que la pobreza es una cosa y que la tristeza es otra, pero que ambas son aguas de un mismo río que corre bajo una misma sombra hacia una misma muerte.
El malestar del bicho raro es la imposibilidad de ser otro bicho... es, quizá, su propia rareza: sentirse bicho y saberse humano.
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