Oveja Negra
Revista Universitaria
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martes, 8 de abril de 2008

“En democracia se come, se educa...”


Revista N°9. Abril 2008


Por Paola Ferrero Canevari
Imagen: Alberto Giacometti

La democracia es, teórica y etimológicamente, el “gobierno del pueblo”. Se presenta como la forma de gobierno más justa, en tanto que la soberanía reside en los ciudadanos. Ahora bien, este “soberano” no gobierna directamente, sino a través de sus representantes. Es en esa instancia donde la representatividad se ve amenazada, ya que esta soberanía indirecta da lugar a la corrupción y a la imposición de la voluntad política de unos pocos. Entonces, si la democracia no es representativa, ¿es democrática?

A pesar de esta “falencia”, la democracia es un sistema casi indiscutido en la cultura occidental. Se la concibe como un valor absoluto, como algo bueno en sí mismo, bajo cualquier circunstancia. Mediante esta concepción absoluta y universalista se cometen actualmente atropellos a las soberanías de los pueblos. Es en nombre de la “siempre buena democracia” (y del “anti-terrorismo”) que Estados Unidos invade Afganistán e Irak. También en su cruzada “democrática y civilizadora” ataca a Cuba y a Venezuela. Sin embargo, no olvidemos que treinta años atrás Estados Unidos no era tan democrático, ya que en su lucha anticomunista apoyó y contribuyó a la instauración de las sangrientas dictaduras en Latinoamérica. Siguiendo con las paradojas, los grandes defensores de la democracia tienen como presidente a George W. Bush, elegido a través de un bochornoso fraude…

Situándonos en nuestro país, sé que es políticamente incorrecto criticar a la democracia, ya que cargamos aún con un reciente pasado dictatorial, pero considero que es necesario cuestionar nuestra forma de gobierno para evitar cometer viejos errores. Lamentablemente, nuestra joven democracia está muy debilitada a causa de la corrupción imperante en todas las esferas del Estado. Sumado a esto, como sociedad estamos sufriendo una –muy mentada- “crisis de representatividad”, latente sobre todo entre los más jóvenes, pues la clase dirigente no nos representa a muchos. Hace varios años que tenemos en la cúspide del poder político a un partido mayoritario, multifacético y reciclable que acapara casi la totalidad de la estructura estatal, dejando lugares marginales a otros modos de pensar y hacer. Por otro lado, retomando el título de este artículo, que no es más que la famosa frase de Alfonsín en los albores de la democracia, vemos que los derechos más básicos incluidos en nuestra Constitución no se cumplen. Si pensamos en las garantías más importantes que el Estado debe brindar a sus ciudadanos, observamos que la salud, la educación y el trabajo son carencias para gran parte de la población.

La democracia que hoy vivimos es algo muy valioso porque se consiguió con mucho esfuerzo y dolor, no olvidemos a –entre otros- los 30000 desaparecidos durante la última Dictadura Militar o a los muertos en la Guerra de Malvinas. Sin embargo, o justamente por eso, no pensemos que con tener un gobierno democrático hemos conquistado todo como sociedad. Creo que es urgente reforzar nuestras prácticas democráticas y no limitarlas al mero acto electoral, pues la democracia debería ser una construcción colectiva permanente. Considero que una sociedad verdaderamente democrática es aquella que está activa política e ideológicamente, ocupando la totalidad de los ámbitos de participación, que no se conforma con depositar un voto en una urna cada cuatro años, mirando al costado cada vez que se necesita el compromiso de todos. Probablemente sólo con la participación activa podamos hacer más verdadera nuestra soberanía como ciudadanos, al mismo tiempo que mitigar nuestra falta de representatividad.

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