Oveja Negra
Revista Universitaria
Salta, Argentina
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martes, 8 de abril de 2008

Democracia: ¿El gobierno del pueblo?

Revista N°9. Abril 2008


Por Oveja Negra

En el marco de la reflexión política se dice que la democracia es la forma de gobierno más conveniente, frente a las otras formas clásicas en las que el poder se instituye en una sola persona o en un grupo de privilegiados… pero no es tan sencillo de visualizar. En realidad, en concreto, la palabra “democracia” entendida etimológicamente como “el gobierno del pueblo” reinventa su propia semántica en función de un determinado contexto socio histórico, y no sólo eso. La reformulación de lo “democrático” ocurre en el campo de las peleas ideológicas, instaurándose en cada momento histórico una concepción hegemónica del reconocido “gobierno del pueblo”.
Si lo que permite pensar como positivo (y hasta confortable si se quiere) al sistema democrático es fundamentalmente su carácter representativo, entonces habría que tener cuidado de no dormirse en esa idea: camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. El artículo 22 de la constitución nacional dice expresamente: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución.(…)” Léase bien: “no delibera ni gobierna sino por medio de...” La estrategia retórica de la negación sobre la que se establece el sistema de representatividad nos lleva a observar qué tipo de “democracia” se está pensando, y en función de qué y quiénes.
El argentinazo, hecho históricamente reciente que sucedió en repudio a la política del saqueo y la corrupción imperante fue una forma de despertar de la memorable ficción de representatividad establecida en la constitución nacional.
Ahora bien, es cierto que en ese diciembre del 2001 quedó demostrado que casi un país entero no estaba conforme con sus dirigentes, pero sin embargo algo quedó dando vueltas en el aire con ese “que se vayan todos”. Lejos de ser una frase vacía lleva a pensar en la conciencia política que la gritó; es lo que pensó la izquierda en su conjunto y lo que a su vez provocó disidencias dentro de la misma: si el argentinazo fue realmente una movilización en contra del imperio y la corrupción del capitalismo, en contra de los que afectaron los intereses de la burguesía o si fue la síntesis de ambos descontentos. Una conciencia política que frecuentemente se sabotea a sí misma en el romanticismo de la constitucionalidad. El resultado es una sucesión de “representantes” nacionales y provinciales y un mismo hecho diacrónico: una democracia que no termina de convencernos del todo…
El mes pasado el ex candidato presidencial “Pino” Solanas declaró a la prensa de Copenoa respecto al acuerdo entre Kirchner y Lavagna para reorganizar el PJ, que se trata de “un fraude a la ciudadanía porque se crean ilusiones falsas de oposición”. Una vez más, los que se proclaman representantes del pueblo cambian de perfil político-partidario a su conveniencia ¿y los representados qué?
Y nosotros, qué. ¿Qué implica para nosotros movernos en un espacio democrático como el que tenemos? Deberíamos volver la mirada sobre un ejemplo concreto: el mecanismo institucional del voto por medio del cual se nos “concede” ejercer poder, corporizado como obligación cívica o como imperativo televisivo del llame ya y sea quien decida el destino de tal o cual reality show. En nuestra provincia tampoco fueron pocos los jóvenes votantes que entre sus motivos de sufragio pogueaba la idea de tener más recitales, y de que venga la Bersuit…
Sin embargo, asumió una cara nueva, fresca, pero en el fondo la tendencia política no ha cambiado mucho; y no lo decimos precisamente por el hecho de que todavía no vino la Bersuit. La concesión del servicio del agua, tema sobre el que conversamos con nuestro entrevistado Carlos María Pagano, y la esperada revocación del abusivo contrato con Aguas de Salta más allá de ser el tema periodístico del mes pasado sigue siendo un asunto clave que el gobierno de Urtubey debe conciliar. Claro que él enfrentó esta situación en su momento diciendo que no se rescindirá tal convenio, entonces ¿en qué quedamos? Las medidas que se impartan tanto desde el gobierno nacional como desde el gobierno provincial, tras la renovación reciente de cargos por elección, no deben dejar de ser observadas con cierto recelo si es que buscamos que la democracia, como palabra y hecho concreto, tenga verdadero sentido en nuestras vidas.
Pero además hay que tener en cuenta que la democracia no debe circunscribirse simbólica y exclusivamente a los fueros políticos del Estado; debe hacerse presente en cada uno de los ámbitos en los que nos movilizamos socialmente. En nuestro caso particular, señalando a modo de ejemplo, nos sirve pensar en los accionares democráticos que puedan llevarse a cabo en la misma universidad, mínima expresión -si se quiere- de lo que sucede a nivel macro estatal.
No es desdeñable el significativo hecho de que los estudiantes, por un lado, no asuman a conciencia sus problemáticas de claustro y la consecuente lucha organizada en pro de sus demandas; y, por otro lado, sientan realmente la ausencia de representatividad ante una escuela, un centro de estudiantes y delegados que a menudo se atribuyen acciones democráticas más grandilocuentes, oportunistas y obsecuentes que otra cosa.
El tiempo pasa. Pasamos los años furiosos y oscuros de la dictadura, y ahora nos toca ver que el reality en que se transformó la democracia es el que más rating tiene. Hasta ahora, en medio del estruendo democrático que nos desconcierta, la certeza que tenemos es que no hay cambios ni con “k”.


Fuente: http://www.copenoa.com.ar/ (Lunes 4 de febrero de 2008)

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