Revista N°6. Julio - Agosto 2007
“Aquí no hubo ninguna victoria”
Por: Mabel Mastrolinardo y Paola Ferrero Canevari
Foto: Mabel Mastrolinardo
En el año 2004 el Gobierno de la Provincia de Salta puso a la venta 25.000 hectáreas de la Reserva Natural situada en la localidad de General Pizarro, departamento Anta. Antes de concretarse la venta comenzaron los desmontes en la zona. Al mando de una topadora se encontraba Santos Zarza. Él sabía que desmontar estaba “mal”, pero con ese trabajo sustentaba a su familia. Sin embargo, Santos se arriesgó, bajó de la topadora y se unió a los grupos ambientalistas que protestaban en contra del desmonte y la venta de la Reserva. Este acto de valentía le acarreó complicaciones que hasta el día de hoy no termina de superar. Santos quedó sin trabajo, padeciendo una enfermedad psicológica que se manifiesta físicamente, lo que le impide volver a trabajar, y parado en la “vereda de enfrente” del oficialismo, con las consecuencias que esto acarrea en un pueblo tan pequeño como General Pizarro.
Además, la desafectación de la Reserva significó la redistribución de las tierras de los campesinos. A las familias que perdieron sus tierras se les asignó otras tierras fiscales, esto no significa que el Estado les otorgó nuevas tierras “en compensación por los daños causados”, para nada: los criollos deben comprarle al Estado las tierras que el Estado les indica para reemplazar la propiedad anterior, que el Estado les arrebató. La cantidad de tierra que cada familia está comprando es muy inferior a la que poseía previamente a la desafectación de la Reserva, en la mayoría casos constituye sólo el 10 % de la propiedad anterior. De esta forma, muchas familias humildes que vivían de la crianza de animales (como es también el caso de la Familia Zarza) se vieron privados de un importante medio de subsistencia.
Por otro lado, de las 25.000 hectáreas desafectadas de su condición de Reserva Natural por parte del Gobierno de Salta, la Administración de Parques Nacionales (que pertenece al Gobierno Nacional) compró 4230, de las cuales se otorgó 809 hectáreas para la comunidad wichí Eben Ezer, que reside en General Pizarro. Este “beneficio” dado a los aborígenes, generó malestar entre los criollos y dividió la lucha del pueblo, que hasta ese momento había contado con la unión de los campesinos criollos y los aborígenes (“divide y reinarás”, ya lo decía Maquiavelo). Ahora bien, hay que tener en cuenta que las tierras que están ocupando actualmente los wichís no son enteramente propias, sino que están bajo la jurisdicción y el control de la Administración de Parques Nacionales, y los aborígenes pueden hacer uso de las mismas siempre y cuando no contradigan las disposiciones del organismo nacional.
A continuación, reproducimos parte de una entrevista realizada a Santos Zarza el 9 de Setiembre de 2006.
¿Dónde trabajaba usted?
Yo trabajaba en Agrodesmonte, con las máquinas, siempre he trabajado así nomás como changarín, porque pagan bien por tanto... nunca me habían querido hacer fichar, cosa que hoy en día he podido ver, con lo que me está pasando, la diferencia que es trabajar en negro y trabajar en blanco. Todo es carísimo, para hacer un estudio, todo caro, para hacer una consulta nomás con un especialista en Jujuy. Gracias a Dios que por lo menos tengo una familia que me ha ayudado mucho, en cuanto a mi persona, a mi enfermedad.
No puedo trabajar, he intentado reincorporarme en el trabajo, y me pasa como si me hincharía, se me inflama el estómago, todas esas cosas, me han hecho estudios de toda clase, análisis de sangre, de orina, y mejor imposible, me dicen “no tenés nada, nada”, y uno reniega, quisiera tener algo como para medicarme y ya... ahora estoy tomando remedios, pero todo es para poder estar tranquilo.
Usted atravesó una situación sumamente difícil.
Desde un comienzo hemos apoyado a las instituciones [organizaciones no gubernamentales] pero en realidad nosotros no sacamos beneficio de nada, porque teníamos animales, todo teníamos ahí, y ya no los podemos tener porque entran en la tierra que se les ha dado a la gente y nos matan a los animales, así que no tenemos nada.
¿Qué han hecho con los animales, los han vendido o los tienen en otras tierras?
No, aquí andan sueltos, pero ya no tenemos lo que teníamos, tenemos 5 o 6 animalitos que nos están quedando, como que uno ya se desilusiona..., porque entran en las tierras que se les ha dado y los matan, los garrotean, los hacen morder con los perros, los matan a los animales.
Siempre uno quiere como padre de familia dedicarse a la casa, a mis hijos, buscar por otra parte. Yo quería comprar un terreno en Quebrachal e irme de aquí, de este pueblo, porque no hay fuentes de trabajo, aparte de las fincas y pequeños productores otro tipo de fuentes de trabajo no hay. Los animales eran casi nuestro principal medio de vida, porque por ahí uno necesitaba un peso y vendía un animal, o necesitaba carne y carneaba, y ya no hay nada.
¿Cuántos son los que arreglaron con el Gobierno?
No tengo idea. Yo siempre decía que la forma en la que se han repartido las tierras aquí alrededor del pueblo iba a producir un clima conflictivo. Aquella gente que ha arreglado, yo estoy seguro que ha arreglado con el Gobierno como última opción, porque de todas maneras el Gobierno es Gobierno y no se puede luchar contra el Gobierno, y bueno, aunque sea han preferido quedarse con esa partecita, y otros que hemos dicho “esto se gana”, “que esto siga siendo como antes” somos los que más hemos perdido, apoyando instituciones no gubernamentales como Greenpeace. Después aquí se ha venido, se ha festejado en la Misión Wichí una victoria, y a mí me parecía un poco raro porque cada vez que se hacía algo eran solamente los wichís a quienes se filmaba, todo era los wichís, y nosotros nos corríamos un poquito para atrás, o sea que a partir de ese momento uno se da cuenta que no era una victoria como para respirar tranquilo. Y bueno, han pasado un poquito más los tiempos y nos hemos podido dar cuenta que aquí no hubo ninguna victoria.
¿La gente de Greenpeace ha venido a hablar con usted después de la “victoria”?
Sí han andado, han venido, pero sólo para saludar, no para hablar nada, “Santos, ¿cómo andás?, ¿qué tal?, gusto de verlo”, y listo, lo único, más de eso nada.
¿No le preguntaron sobre su situación, sobre los animales?
No, para nada, para nada.
¿Cuántos chicos tiene?
Tenemos cinco chicos, ya dos grandes, uno prácticamente ahora es mi papá, porque está trabajando.
¿Dónde trabaja?
Le conseguí trabajo en una empresa donde yo trabajaba, que hace desmontes, pero por supuesto él está trabajando en mantenimiento, como ayudante, preparándose para que después trabaje con las máquinas, haciendo obras viales, que es lo que a veces hay para hacer. Ha tenido que abandonar el colegio, diecisiete años tiene, estaba bien, estaba yendo al Polimodal, y bueno, yo no le podía dar lo que le hacía falta, y él ha dicho que ya es grandecito también, y como no podía trabajar yo... así que me ha hablado que quería trabajar él. Él está trabajando para la casa ahora, y eso le duele uno porque es chiquito y yo quería que siga estudiando. La nena ha cumplido quince hace poco, grande ya, después tenemos un varoncito de doce, otro de diez, y el bebé de dos años. Son los cinco.
Estas son las consecuencias... aquí estoy, prácticamente imposibilitado, ahí yo tengo así un alto de estudios, de los médicos, y todo es psicológico, mi problema es psicológico, me dicen “todo depende de vos, de que vos lo superés”. Así que trato de no pensar en nada malo, de sonreír, de hablar de conversar, ya quiero superar esto.
En el año 2004 el Gobierno de la Provincia de Salta puso a la venta 25.000 hectáreas de la Reserva Natural situada en la localidad de General Pizarro, departamento Anta. Antes de concretarse la venta comenzaron los desmontes en la zona. Al mando de una topadora se encontraba Santos Zarza. Él sabía que desmontar estaba “mal”, pero con ese trabajo sustentaba a su familia. Sin embargo, Santos se arriesgó, bajó de la topadora y se unió a los grupos ambientalistas que protestaban en contra del desmonte y la venta de la Reserva. Este acto de valentía le acarreó complicaciones que hasta el día de hoy no termina de superar. Santos quedó sin trabajo, padeciendo una enfermedad psicológica que se manifiesta físicamente, lo que le impide volver a trabajar, y parado en la “vereda de enfrente” del oficialismo, con las consecuencias que esto acarrea en un pueblo tan pequeño como General Pizarro.
Además, la desafectación de la Reserva significó la redistribución de las tierras de los campesinos. A las familias que perdieron sus tierras se les asignó otras tierras fiscales, esto no significa que el Estado les otorgó nuevas tierras “en compensación por los daños causados”, para nada: los criollos deben comprarle al Estado las tierras que el Estado les indica para reemplazar la propiedad anterior, que el Estado les arrebató. La cantidad de tierra que cada familia está comprando es muy inferior a la que poseía previamente a la desafectación de la Reserva, en la mayoría casos constituye sólo el 10 % de la propiedad anterior. De esta forma, muchas familias humildes que vivían de la crianza de animales (como es también el caso de la Familia Zarza) se vieron privados de un importante medio de subsistencia.
Por otro lado, de las 25.000 hectáreas desafectadas de su condición de Reserva Natural por parte del Gobierno de Salta, la Administración de Parques Nacionales (que pertenece al Gobierno Nacional) compró 4230, de las cuales se otorgó 809 hectáreas para la comunidad wichí Eben Ezer, que reside en General Pizarro. Este “beneficio” dado a los aborígenes, generó malestar entre los criollos y dividió la lucha del pueblo, que hasta ese momento había contado con la unión de los campesinos criollos y los aborígenes (“divide y reinarás”, ya lo decía Maquiavelo). Ahora bien, hay que tener en cuenta que las tierras que están ocupando actualmente los wichís no son enteramente propias, sino que están bajo la jurisdicción y el control de la Administración de Parques Nacionales, y los aborígenes pueden hacer uso de las mismas siempre y cuando no contradigan las disposiciones del organismo nacional.
A continuación, reproducimos parte de una entrevista realizada a Santos Zarza el 9 de Setiembre de 2006.
¿Dónde trabajaba usted?
Yo trabajaba en Agrodesmonte, con las máquinas, siempre he trabajado así nomás como changarín, porque pagan bien por tanto... nunca me habían querido hacer fichar, cosa que hoy en día he podido ver, con lo que me está pasando, la diferencia que es trabajar en negro y trabajar en blanco. Todo es carísimo, para hacer un estudio, todo caro, para hacer una consulta nomás con un especialista en Jujuy. Gracias a Dios que por lo menos tengo una familia que me ha ayudado mucho, en cuanto a mi persona, a mi enfermedad.
No puedo trabajar, he intentado reincorporarme en el trabajo, y me pasa como si me hincharía, se me inflama el estómago, todas esas cosas, me han hecho estudios de toda clase, análisis de sangre, de orina, y mejor imposible, me dicen “no tenés nada, nada”, y uno reniega, quisiera tener algo como para medicarme y ya... ahora estoy tomando remedios, pero todo es para poder estar tranquilo.
Usted atravesó una situación sumamente difícil.
Desde un comienzo hemos apoyado a las instituciones [organizaciones no gubernamentales] pero en realidad nosotros no sacamos beneficio de nada, porque teníamos animales, todo teníamos ahí, y ya no los podemos tener porque entran en la tierra que se les ha dado a la gente y nos matan a los animales, así que no tenemos nada.
¿Qué han hecho con los animales, los han vendido o los tienen en otras tierras?
No, aquí andan sueltos, pero ya no tenemos lo que teníamos, tenemos 5 o 6 animalitos que nos están quedando, como que uno ya se desilusiona..., porque entran en las tierras que se les ha dado y los matan, los garrotean, los hacen morder con los perros, los matan a los animales.
Siempre uno quiere como padre de familia dedicarse a la casa, a mis hijos, buscar por otra parte. Yo quería comprar un terreno en Quebrachal e irme de aquí, de este pueblo, porque no hay fuentes de trabajo, aparte de las fincas y pequeños productores otro tipo de fuentes de trabajo no hay. Los animales eran casi nuestro principal medio de vida, porque por ahí uno necesitaba un peso y vendía un animal, o necesitaba carne y carneaba, y ya no hay nada.
¿Cuántos son los que arreglaron con el Gobierno?
No tengo idea. Yo siempre decía que la forma en la que se han repartido las tierras aquí alrededor del pueblo iba a producir un clima conflictivo. Aquella gente que ha arreglado, yo estoy seguro que ha arreglado con el Gobierno como última opción, porque de todas maneras el Gobierno es Gobierno y no se puede luchar contra el Gobierno, y bueno, aunque sea han preferido quedarse con esa partecita, y otros que hemos dicho “esto se gana”, “que esto siga siendo como antes” somos los que más hemos perdido, apoyando instituciones no gubernamentales como Greenpeace. Después aquí se ha venido, se ha festejado en la Misión Wichí una victoria, y a mí me parecía un poco raro porque cada vez que se hacía algo eran solamente los wichís a quienes se filmaba, todo era los wichís, y nosotros nos corríamos un poquito para atrás, o sea que a partir de ese momento uno se da cuenta que no era una victoria como para respirar tranquilo. Y bueno, han pasado un poquito más los tiempos y nos hemos podido dar cuenta que aquí no hubo ninguna victoria.
¿La gente de Greenpeace ha venido a hablar con usted después de la “victoria”?
Sí han andado, han venido, pero sólo para saludar, no para hablar nada, “Santos, ¿cómo andás?, ¿qué tal?, gusto de verlo”, y listo, lo único, más de eso nada.
¿No le preguntaron sobre su situación, sobre los animales?
No, para nada, para nada.
¿Cuántos chicos tiene?
Tenemos cinco chicos, ya dos grandes, uno prácticamente ahora es mi papá, porque está trabajando.
¿Dónde trabaja?
Le conseguí trabajo en una empresa donde yo trabajaba, que hace desmontes, pero por supuesto él está trabajando en mantenimiento, como ayudante, preparándose para que después trabaje con las máquinas, haciendo obras viales, que es lo que a veces hay para hacer. Ha tenido que abandonar el colegio, diecisiete años tiene, estaba bien, estaba yendo al Polimodal, y bueno, yo no le podía dar lo que le hacía falta, y él ha dicho que ya es grandecito también, y como no podía trabajar yo... así que me ha hablado que quería trabajar él. Él está trabajando para la casa ahora, y eso le duele uno porque es chiquito y yo quería que siga estudiando. La nena ha cumplido quince hace poco, grande ya, después tenemos un varoncito de doce, otro de diez, y el bebé de dos años. Son los cinco.
Estas son las consecuencias... aquí estoy, prácticamente imposibilitado, ahí yo tengo así un alto de estudios, de los médicos, y todo es psicológico, mi problema es psicológico, me dicen “todo depende de vos, de que vos lo superés”. Así que trato de no pensar en nada malo, de sonreír, de hablar de conversar, ya quiero superar esto.
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