Revista N°5. Mayo - Junio 2007
“No sólo con los discursos se revalida o se considera a la educación”
Por: Daniela Casavilla y Pamela Rivera
Foto: clarin.com
Reelecta como Rectora de la Universidad Nacional de Salta el último 27 de abril (segunda vuelta), la Ingeniera Stella Pérez de Bianchi nos habla, desde su gestión, de la educación pública y el rol de la universidad como actor social y como parte de un sistema educativo nacional “en conflicto”.
- Desde su función como rectora de la UNSa, ¿qué entiende por Educación Pública?
- Por educación pública entiendo la responsabilidad indelegable del Estado de garantizar la educación en todos los niveles a los ciudadanos de esta Nación. En ese sentido, habría que tomar de la Constitución Nacional reformada en 1994 (sobre todo para la Educación Superior, la universitaria) los términos “gratuidad con equidad”e incorporarlos a esa acepción. Además, se debe garantizar la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos que puedan, o que deseen, estudiar.
- Sin embargo, actualmente hay diferentes factores económicos y sociales que restringen las posibilidades de muchas personas para acceder a la educación universitaria. ¿Cuáles son las políticas a partir de las cuales la Universidad afronta esta situación?
- En concreto, son: el comedor universitario y las becas. Hay becas de nivel nacional con una convocatoria importante y becas que tienen que generarse desde el presupuesto universitario. En ese sentido, aumentamos todo lo que pudimos las partidas de becas e implementamos el comedor.
- En cuánto a lo académico, ¿cómo se ve el problema del paso de un nivel a otro, de quienes egresan de Polimodal y quieren ingresar a la universidad?
- Creo que el tema del bache entre el nivel medio y la universidad existió siempre, por lo menos yo lo viví hace muchísimos años, porque son dos sistemas diferentes, son dos modelos de aprendizaje y de estudio distintos.
En donde hoy la universidad se tiene que involucrar es dentro del sistema educativo, como parte de él. Nosotros lo hemos hecho, lo estamos haciendo. Imbuirse en el problema porque en la universidad también tenemos problemas, somos parte del sistema educativo conflictivo de Argentina. Hoy estamos en situación de conflicto, y hace rato que estamos en situación de conflicto, lamentablemente.
Por lo tanto, lo primero que tiene que hacer una universidad es reconocerse parte del sistema educativo, con lo bueno y lo malo. Interactuar con el Nivel Polimodal, el Nivel Medio en igualdad de condiciones, en diálogo con los docentes. Potenciar los esfuerzos y obviamente acompañar, tener estrategias de acompañamiento para los ingresantes para poder salvar un poco ese bache. Lo que les falta un poco es entrar en estas modalidades nuevas de la enseñanza.
Hay que buscar todo ese equilibrio dialogando con las partes, en un proceso. Los cambios sociales y culturales son parte de la sociedad e impactan en el sistema educativo, no estamos en una isla. La reflexión es la única solución. Reflexionar y avanzar, no hay negros y blancos en estas cuestiones.
- Sucede que, a raíz de las políticas educativas de los ’90, se habló de un vaciamiento del sistema educativo que se evidencia también en la retención de estudiantes en la universidad, o en su capacidad de mantenerse en ella, de cursar regularmente.
- Ese no es un problema que comienza en los ’90. La Educación Pública se empieza a destruir desde 1966, a partir de Onganía. Se profundiza en la dictadura, donde con un plan perfectamente premeditado se ataca a la sociedad y, obviamente, a la educación. Después vinieron las recetas neoliberales de los ’90 como broche de todo este proceso que se venía gestando hacía muchos años atrás.
La destrucción de la educación pública fue también la destrucción de las fuentes de riqueza argentinas. Todo fue parte de un proyecto que no favoreció a la educación pública como tampoco favoreció al trabajo de los ciudadanos. Entonces, hoy arreglar todo de golpe, no es posible. Sin lugar a dudas. Pero, lo que sí hay que tener muy claro es que hay que revalorizar la educación pública como uno de los pilares del Estado para recomponer la sociedad.
- ¿Cuáles fueron los principales aspectos de la universidad que se vieron afectados a partir de las implementaciones de las políticas neoliberales y/o de la Ley de Educación Superior?
- Bueno, la política neoliberal plasmada en la Ley de Educación Superior tiene una concepción filosófica básica compartida por algunos sectores del poder mundial que considera a la educación superior como un bien de mercado, un bien transable, comercializable y divorciable. Es exactamente lo opuesto a pensar que es un rol del Estado garantizar la educación, exactamente la teoría opuesta.
Lamentablemente la Argentina aún no revirtió su postura frente a la Organización Mundial del Comercio, y en aquellos años firmó ese acuerdo. Bajo esa concepción, bueno, no hay educación pública. El bien de mercado significa que se puede o debe arancelar, que la interpretación de “gratuidad con equidad” de la constitución nacional es: “Que paguen los que tienen para que estudien los que no tienen.” Es la privatización o tercerización de la educación superior.
Sin lugar a dudas eso pretendió y pretende (porque está vigente) la Ley de Educación Superior. Además del recorte a la autonomía universitaria, que es la única garantía de que la Universidad se siga manteniendo como una institución de alerta hacia la sociedad, de respuesta refleja y de progreso científico.
La universidad es, y debe ser, autónoma, darse su propio gobierno. Es autónoma también de los poderes políticos y económicos de turno, porque tiene que hacer ciencia y no puede hacerlo condicionada por el poder político o económico.
Esto es buscar un modelo de universidad. No hay uno prefijado ni estático, estamos evolucionando hacia una universidad pública argentina que, por lo menos, debe ser diferente a otros modelos que inclusive tuvo la universidad argentina. Ni la “Universidad Torre de Marfil”, ni la “Universidad Shopping Center”, la de la Ley de Educación Superior. Hay que reencontrar y reelaborar una universidad que cumpla con el fin social que hoy la sociedad le está pidiendo, le está demandando. La universidad debe abrir sus puertas, debe “ensuciar sus zapatitos” e interactuar con los distintos actores sociales. Si no, nos vamos a quedar en uno de esos dos modelos.
Además, la universidad tiene que movilizarse mucho porque se viene el debate de una nueva Ley de Educación Superior y, los que pretendemos que vuelva a ser una Ley Universitaria, nos vamos a tener que mover bastante ¿no? Los actores del neoliberalismo están en las universidades, en los Ministerios, en los Gobiernos. Subsisten.
- Hay quienes piensan que directamente habría que derogar esta Ley, y hay quienes quieren revisarla y discutirla. ¿Usted, qué opina?
- La Universidad Nacional de Salta de expidió por medio del Consejo Superior por la derogación de la Ley. Hablamos de una Ley que tiene más de 80 artículos, tantos como un estatuto. Debería tener muy poquitos artículos, porque está recortando la autonomía. Realmente la recorta mucho. Además, debería haber una Ley Universitaria sólo para las universidades públicas. El Estado después regirá todos los demás subsistemas, pero este de la Universidad Pública debe ser, desde mi punto de vista personal, independiente.
- La realidad laboral de los egresados de la universidad exige cada vez más postgrados, cursos de actualización. La universidad los ofrece, pero en forma arancelada ¿Cómo se explica esto en el marco de una universidad pública?
- Y esas son las contradicciones de la universidad pública actual, porque todo lo que se pueda decir que debe ser universidad pública y educación pública tiene que estar garantizado presupuestariamente por el Estado Nacional. No fue así.
El tema de la asfixia económica del sistema público fue muy grande. Estas no son fotografías ni instantáneas. En el año 2002 no podíamos pagar la luz, estuvimos a punto de cerrar la universidad. Hoy, el presupuesto está al día. Hubo alguna mínima recomposición salarial.
Pero los legisladores, que son los que aprueban el presupuesto de la Nación, tendrían algún día que considerar realmente a la educación. No sólo con los discursos se revalida o se considera a la educación. Es inadmisible la crisis educativa que hay en este momento, hay provincias que no han empezado las clases. Bueno, esto tiene que ser una reflexión para los gobernantes, al que le toque, al provincial, al nacional, al legislativo. No puede seguir un país sin apostar a la educación, si queremos realmente despegar.
Me van a decir que el presupuesto universitario, en tres años, más que se duplicó. Me parece muy bien. Pero partamos de la base de 2004: en dónde estábamos, qué era el salario docente. Hoy vamos a ver que estamos en los mismos niveles, ya subsumidos por la inflación. Eso no es revalorizar a la educación. El maestro, el profesor de nivel medio, de terciario, de universitario tiene que ganar un sueldo digno para que se pueda dedicar a la educación. Y bueno, indudablemente a la Argentina le debe faltar todavía llegar a esos niveles. Yo espero que llegue muy pronto porque ya estoy con muchos años de docente y peleando siempre. Creo que es un tema bastante compartido en el continente.
Reelecta como Rectora de la Universidad Nacional de Salta el último 27 de abril (segunda vuelta), la Ingeniera Stella Pérez de Bianchi nos habla, desde su gestión, de la educación pública y el rol de la universidad como actor social y como parte de un sistema educativo nacional “en conflicto”.
- Desde su función como rectora de la UNSa, ¿qué entiende por Educación Pública?
- Por educación pública entiendo la responsabilidad indelegable del Estado de garantizar la educación en todos los niveles a los ciudadanos de esta Nación. En ese sentido, habría que tomar de la Constitución Nacional reformada en 1994 (sobre todo para la Educación Superior, la universitaria) los términos “gratuidad con equidad”e incorporarlos a esa acepción. Además, se debe garantizar la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos que puedan, o que deseen, estudiar.
- Sin embargo, actualmente hay diferentes factores económicos y sociales que restringen las posibilidades de muchas personas para acceder a la educación universitaria. ¿Cuáles son las políticas a partir de las cuales la Universidad afronta esta situación?
- En concreto, son: el comedor universitario y las becas. Hay becas de nivel nacional con una convocatoria importante y becas que tienen que generarse desde el presupuesto universitario. En ese sentido, aumentamos todo lo que pudimos las partidas de becas e implementamos el comedor.
- En cuánto a lo académico, ¿cómo se ve el problema del paso de un nivel a otro, de quienes egresan de Polimodal y quieren ingresar a la universidad?
- Creo que el tema del bache entre el nivel medio y la universidad existió siempre, por lo menos yo lo viví hace muchísimos años, porque son dos sistemas diferentes, son dos modelos de aprendizaje y de estudio distintos.
En donde hoy la universidad se tiene que involucrar es dentro del sistema educativo, como parte de él. Nosotros lo hemos hecho, lo estamos haciendo. Imbuirse en el problema porque en la universidad también tenemos problemas, somos parte del sistema educativo conflictivo de Argentina. Hoy estamos en situación de conflicto, y hace rato que estamos en situación de conflicto, lamentablemente.
Por lo tanto, lo primero que tiene que hacer una universidad es reconocerse parte del sistema educativo, con lo bueno y lo malo. Interactuar con el Nivel Polimodal, el Nivel Medio en igualdad de condiciones, en diálogo con los docentes. Potenciar los esfuerzos y obviamente acompañar, tener estrategias de acompañamiento para los ingresantes para poder salvar un poco ese bache. Lo que les falta un poco es entrar en estas modalidades nuevas de la enseñanza.
Hay que buscar todo ese equilibrio dialogando con las partes, en un proceso. Los cambios sociales y culturales son parte de la sociedad e impactan en el sistema educativo, no estamos en una isla. La reflexión es la única solución. Reflexionar y avanzar, no hay negros y blancos en estas cuestiones.
- Sucede que, a raíz de las políticas educativas de los ’90, se habló de un vaciamiento del sistema educativo que se evidencia también en la retención de estudiantes en la universidad, o en su capacidad de mantenerse en ella, de cursar regularmente.
- Ese no es un problema que comienza en los ’90. La Educación Pública se empieza a destruir desde 1966, a partir de Onganía. Se profundiza en la dictadura, donde con un plan perfectamente premeditado se ataca a la sociedad y, obviamente, a la educación. Después vinieron las recetas neoliberales de los ’90 como broche de todo este proceso que se venía gestando hacía muchos años atrás.
La destrucción de la educación pública fue también la destrucción de las fuentes de riqueza argentinas. Todo fue parte de un proyecto que no favoreció a la educación pública como tampoco favoreció al trabajo de los ciudadanos. Entonces, hoy arreglar todo de golpe, no es posible. Sin lugar a dudas. Pero, lo que sí hay que tener muy claro es que hay que revalorizar la educación pública como uno de los pilares del Estado para recomponer la sociedad.
- ¿Cuáles fueron los principales aspectos de la universidad que se vieron afectados a partir de las implementaciones de las políticas neoliberales y/o de la Ley de Educación Superior?
- Bueno, la política neoliberal plasmada en la Ley de Educación Superior tiene una concepción filosófica básica compartida por algunos sectores del poder mundial que considera a la educación superior como un bien de mercado, un bien transable, comercializable y divorciable. Es exactamente lo opuesto a pensar que es un rol del Estado garantizar la educación, exactamente la teoría opuesta.
Lamentablemente la Argentina aún no revirtió su postura frente a la Organización Mundial del Comercio, y en aquellos años firmó ese acuerdo. Bajo esa concepción, bueno, no hay educación pública. El bien de mercado significa que se puede o debe arancelar, que la interpretación de “gratuidad con equidad” de la constitución nacional es: “Que paguen los que tienen para que estudien los que no tienen.” Es la privatización o tercerización de la educación superior.
Sin lugar a dudas eso pretendió y pretende (porque está vigente) la Ley de Educación Superior. Además del recorte a la autonomía universitaria, que es la única garantía de que la Universidad se siga manteniendo como una institución de alerta hacia la sociedad, de respuesta refleja y de progreso científico.
La universidad es, y debe ser, autónoma, darse su propio gobierno. Es autónoma también de los poderes políticos y económicos de turno, porque tiene que hacer ciencia y no puede hacerlo condicionada por el poder político o económico.
Esto es buscar un modelo de universidad. No hay uno prefijado ni estático, estamos evolucionando hacia una universidad pública argentina que, por lo menos, debe ser diferente a otros modelos que inclusive tuvo la universidad argentina. Ni la “Universidad Torre de Marfil”, ni la “Universidad Shopping Center”, la de la Ley de Educación Superior. Hay que reencontrar y reelaborar una universidad que cumpla con el fin social que hoy la sociedad le está pidiendo, le está demandando. La universidad debe abrir sus puertas, debe “ensuciar sus zapatitos” e interactuar con los distintos actores sociales. Si no, nos vamos a quedar en uno de esos dos modelos.
Además, la universidad tiene que movilizarse mucho porque se viene el debate de una nueva Ley de Educación Superior y, los que pretendemos que vuelva a ser una Ley Universitaria, nos vamos a tener que mover bastante ¿no? Los actores del neoliberalismo están en las universidades, en los Ministerios, en los Gobiernos. Subsisten.
- Hay quienes piensan que directamente habría que derogar esta Ley, y hay quienes quieren revisarla y discutirla. ¿Usted, qué opina?
- La Universidad Nacional de Salta de expidió por medio del Consejo Superior por la derogación de la Ley. Hablamos de una Ley que tiene más de 80 artículos, tantos como un estatuto. Debería tener muy poquitos artículos, porque está recortando la autonomía. Realmente la recorta mucho. Además, debería haber una Ley Universitaria sólo para las universidades públicas. El Estado después regirá todos los demás subsistemas, pero este de la Universidad Pública debe ser, desde mi punto de vista personal, independiente.
- La realidad laboral de los egresados de la universidad exige cada vez más postgrados, cursos de actualización. La universidad los ofrece, pero en forma arancelada ¿Cómo se explica esto en el marco de una universidad pública?
- Y esas son las contradicciones de la universidad pública actual, porque todo lo que se pueda decir que debe ser universidad pública y educación pública tiene que estar garantizado presupuestariamente por el Estado Nacional. No fue así.
El tema de la asfixia económica del sistema público fue muy grande. Estas no son fotografías ni instantáneas. En el año 2002 no podíamos pagar la luz, estuvimos a punto de cerrar la universidad. Hoy, el presupuesto está al día. Hubo alguna mínima recomposición salarial.
Pero los legisladores, que son los que aprueban el presupuesto de la Nación, tendrían algún día que considerar realmente a la educación. No sólo con los discursos se revalida o se considera a la educación. Es inadmisible la crisis educativa que hay en este momento, hay provincias que no han empezado las clases. Bueno, esto tiene que ser una reflexión para los gobernantes, al que le toque, al provincial, al nacional, al legislativo. No puede seguir un país sin apostar a la educación, si queremos realmente despegar.
Me van a decir que el presupuesto universitario, en tres años, más que se duplicó. Me parece muy bien. Pero partamos de la base de 2004: en dónde estábamos, qué era el salario docente. Hoy vamos a ver que estamos en los mismos niveles, ya subsumidos por la inflación. Eso no es revalorizar a la educación. El maestro, el profesor de nivel medio, de terciario, de universitario tiene que ganar un sueldo digno para que se pueda dedicar a la educación. Y bueno, indudablemente a la Argentina le debe faltar todavía llegar a esos niveles. Yo espero que llegue muy pronto porque ya estoy con muchos años de docente y peleando siempre. Creo que es un tema bastante compartido en el continente.
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