Oveja Negra
Revista Universitaria
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jueves, 14 de febrero de 2008

“La Zona”: entre literatura y periodismo

Revista N°2. Noviembre 2006

Por: Daniela Casavilla
Imagen: Caricatura de Rodolfo Walsh. http://www.pparg.org/

La relación entre literatura y periodismo data prácticamente desde el surgimiento de este último y, lejos de debilitarse, promete continuar indefinidamente. Es una relación bilateral: Están los periodistas que se largan a escribir libros tanto de narrativa como de poesía o ensayo; y están los literatos que se animan a publicar en la prensa artículos de opinión, crónicas, columnas, entrevistas, etc. También están los que se le atrevieron a otros medios, como la radio (Alejandro Dolina) y la televisión (Martín Caparrós).
Los resultados más interesantes, sin embargo, nacieron en una zona intermedia, con límites débiles y confusos (en adelante “La Zona”). Así surgió, por ejemplo, el género “literatura de no ficción”, con el que sorprendió Truman Capote (In cold blood), y que por estos pagos cultivó Rodolfo Walsh (Operación Masacre). Ni literatos haciendo periodismo, ni periodistas incursionando en literatura: Es las dos cosas y a la vez ninguna.
José Martí, Domingo Faustino Sarmiento, Roberto Arlt, Eduardo Galeano, María Elena Walsh, Elena Poniatowska, Gabriel García Márquez, Juan Gelman y, por supuesto, Rodolfo Walsh son sólo algunos de los que en América Latina se animaron a jugar en La Zona, usando como materia prima tanto los acontecimientos de la realidad más próxima como la alquimia del lenguaje.
Esta fluida relación entre prensa y literatura no debe extrañarnos, ya que tanto una como la otra constituyen oficios en los que se construye un mundo a partir del lenguaje. Ya sabemos que el periodismo no nos “muestra” la realidad, sino que elabora una versión de ella, con la que podemos o no estar de acuerdo. La literatura, por su parte, suele ayudarnos a comprender la realidad. ¿Qué es, entonces, lo que diferencia a una de la otra? La trascendencia.
Con esto quiero decir que el periodismo está al servicio del aquí y el ahora. Lo importante es dar cuenta de un momento histórico muy pequeño, que después pasará al olvido, siendo reemplazado por otro pequeño momento. La literatura, por el contrario, busca trascender el momento histórico, de manera que sigue siendo significativa más allá del espacio y el momento de producción.
Es por ello que los textos que resultan de La Zona tienen la doble cualidad de reflexionar sobre el presente y a la vez trascenderlo. ¿No es eso lo que hizo Arlt con sus “aguafuertes”? ¿Y Quino con “Mafalda”?
La Zona, a su vez, exige compromiso. Los periodistas pueden (y suelen) cambiar su discurso, ajustarlo al poder de turno, olvidarse o pretender que el público olvide lo que dijeron ayer. La literatura no tiene necesariamente que estar comprometida con nada. Pero en La Zona se trata con el presente, lo cual demanda una postura concreta ante esta realidad. A la vez, trasciende el presente, por lo que debe seguir una cierta línea, ya que no puede “borrar con el codo lo que escribió con la mano”
Finalmente, un pequeño ejemplo: Juan Gelman fue cronista para Página/12 del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas en 1994. El 23 de enero de ese año escribió:
“A veces me gustaría ser fotógrafo. Hoy, por ejemplo. El indito en poncho blanco se apoya cruzado de brazos contra la pared. Tendrá 10 años, quién sabe; el hambre acumula tiempo en el rostro y la desnutrición acorta la estatura. Contra el muro, mira al soldado que, ametralladora en mano, vigila la puerta del banco de enfrente. Pasan los automóviles. El niño inmóvil mira fijo lo que mira. Sus ojos negrísimos están cargados de mudo desafío. Esa mirada es mucho más vieja que él.”

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