Revista Nº1. Octubre 2006
Por: Paola Ferrero Canevari
En esta ocasión voy a reflexionar un poco acerca del poder político y económico a nivel general. Ante un siglo XXI de injusticia social, se concibe al poder como una gran roca que nos cae encima, frente a la cual no hay nada por hacer. ¿Será realmente así?
Actualmente, el poder político está concentrado en unos pocos estados, los más ricos del mundo: el “G 8 ” (Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Japón y Rusia). Desde ellos, sobre todo desde Estados Unidos y los países europeos occidentales, salen las órdenes que regulan el mundo. Son ellos quienes embargan, multan, condonan, invaden. Pero no perdamos de vista que este grupo político está fuertemente asociado al poder empresarial, es decir, son la misma gente, con los mismos intereses, ambiciones y maldades.
Este cóctel de Poder (político + empresarial) es realmente peligroso. Nos lo demuestran a diario la “cruzada democrática” de Estados Unidos y sus secuaces a Irak, la invasión de Israel al Líbano, el saqueo de recursos naturales que las multinacionales realizan en el Tercer Mundo.
¿Y por casa como andamos?. No hagamos la vista gorda. Si bien la dupla “poder político-poder económico” es verdaderamente fuerte, necesita de complicidades alrededor del mundo para perpetuar su dominio. Lamentablemente, encuentran estos cómplices entre la clase dirigente del Tercer Mundo. Dicha clase esta conformada por, ¡oh casualidad!, políticos corruptos y empresarios locales, quienes felizmente, y a bolsillo lleno, juegan de cipayos.
Para comprobar esto, tan solo hace falta recordar las dictaduras latinoamericanas, las “democracias” neoliberales latinoamericanas, o, porqué no, los grandes petroleros del Asia occidental. Estos vende-patrias son el nexo necesario para que el Poder siembre su régimen explotador.
Entonces, ¿de quién es la culpa?, ¿“del cerdo o de quien lo alimenta”?
Afortunadamente, existen los que se cansan de esta repartija y deciden salir del juego.
Si bien el Poder es difícil de confrontar, por los peligros que esto conlleva, aun hay quienes se animan. Tenemos los casos de Cuba, Venezuela, Bolivia, el Líbano, Palestina, Chiapas en México. Estos pueblos nos demuestran con acciones la alternativa de vivir sin patrón, sin un amo que expropie riquezas, que suba y baje presidentes a su antojo y conveniencia.
Aquí está lo positivo, lo único “bueno” de esta situación: la existencia de un contra-poder, la certeza de que siempre hay quienes dicen “BASTA”.
En esta ocasión voy a reflexionar un poco acerca del poder político y económico a nivel general. Ante un siglo XXI de injusticia social, se concibe al poder como una gran roca que nos cae encima, frente a la cual no hay nada por hacer. ¿Será realmente así?
Actualmente, el poder político está concentrado en unos pocos estados, los más ricos del mundo: el “G 8 ” (Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Japón y Rusia). Desde ellos, sobre todo desde Estados Unidos y los países europeos occidentales, salen las órdenes que regulan el mundo. Son ellos quienes embargan, multan, condonan, invaden. Pero no perdamos de vista que este grupo político está fuertemente asociado al poder empresarial, es decir, son la misma gente, con los mismos intereses, ambiciones y maldades.
Este cóctel de Poder (político + empresarial) es realmente peligroso. Nos lo demuestran a diario la “cruzada democrática” de Estados Unidos y sus secuaces a Irak, la invasión de Israel al Líbano, el saqueo de recursos naturales que las multinacionales realizan en el Tercer Mundo.
¿Y por casa como andamos?. No hagamos la vista gorda. Si bien la dupla “poder político-poder económico” es verdaderamente fuerte, necesita de complicidades alrededor del mundo para perpetuar su dominio. Lamentablemente, encuentran estos cómplices entre la clase dirigente del Tercer Mundo. Dicha clase esta conformada por, ¡oh casualidad!, políticos corruptos y empresarios locales, quienes felizmente, y a bolsillo lleno, juegan de cipayos.
Para comprobar esto, tan solo hace falta recordar las dictaduras latinoamericanas, las “democracias” neoliberales latinoamericanas, o, porqué no, los grandes petroleros del Asia occidental. Estos vende-patrias son el nexo necesario para que el Poder siembre su régimen explotador.
Entonces, ¿de quién es la culpa?, ¿“del cerdo o de quien lo alimenta”?
Afortunadamente, existen los que se cansan de esta repartija y deciden salir del juego.
Si bien el Poder es difícil de confrontar, por los peligros que esto conlleva, aun hay quienes se animan. Tenemos los casos de Cuba, Venezuela, Bolivia, el Líbano, Palestina, Chiapas en México. Estos pueblos nos demuestran con acciones la alternativa de vivir sin patrón, sin un amo que expropie riquezas, que suba y baje presidentes a su antojo y conveniencia.
Aquí está lo positivo, lo único “bueno” de esta situación: la existencia de un contra-poder, la certeza de que siempre hay quienes dicen “BASTA”.
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