Oveja Negra
Revista Universitaria
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viernes, 15 de febrero de 2008

Las caras del “nunca más” y la búsqueda de la memoria activa

Revista N°3. Marzo 2007

Por: Cristina Lera - Oveja Negra
Foto: Oscar Di Yorio


El 24 de marzo de 2007 se cumplirán 31 años del genocidio de la última dictadura militar en nuestro país. Y no todos saben que, por ejemplo, desde el 24 de marzo de 1976 hasta mediados de 1983 hubo más de 30.000 desaparecidos.
Los que nacimos cerca de los últimos años de esa masacre, éramos demasiado pequeños para recordar ahora la experiencia directa de ese horror. Pero crecimos con los silencios y temores que quedaron y aún están. Fuimos niños y jóvenes con una historia tapada por padres y maestros que no querían recordar o no se animaban a hacerlo. Porque en los programas de historia del colegio casi ni se mencionaba esa parte de la historia argentina. Aunque también es cierto que algunos sí pudieron escuchar la voz de padres y maestros que se preocuparon en mantener viva la memoria de ese tiempo oscuro.
La represión que ejerció el Estado antes y después de 1976 fue atroz…, no hay palabras que describan aquello. Sabemos que existieron secuestros, emboscadas, diversos enfrentamientos armados, torturas, crímenes, latrocinio, apropiación y robo de bebés. Muchos nos preguntamos alguna vez si no seríamos hijos de padres desaparecidos ¿Por qué no? Si tanta gente era asesinada y tantos niños eran regalados o vendidos… Las dudas nos invaden hoy y los cuestionamientos salen a la luz. Cuántos jóvenes andan por Salta y por toda Argentina con una identidad robada y lastimada.
En los últimos 25 años nos ha tocado vivir en un país de dolores y broncas, el país de “las bocas cocidas”, de “los ojos vendados” por una negación al recuerdo de esa época. Y nos toca vivir en una provincia de Salta con un “nunca más” falso, lleno de continuas censuras y represiones a las manifestaciones de los salteños que no quieren perder su memoria ni dejar de luchar día a día contra la indignidad.
Porque aquí en Salta es mentira que nunca más existieron los sistemas de represión, control y vigilancia, dominados por los sectores del poder. Y entonces es verdad que la dictadura y sus personajes no se fueron todavía de Salta, que siguen estando presentes. No nos olvidames del paso del ex gobernador Augusto Ulloa, que en su momento fue elegido para representar a Salta, a pesar de su previa participación local durante el gobierno de facto, e incluso actualmente su imagen política está legitimada por esta “democracia”, que no sólo se olvida de enjuiciar a ex represores, sino que los posiciona en un lugar de poder. Y si miramos en un tiempo no tan alejado, qué fue lo que pasó la noche de 1º abril de 2005 en pleno centro de nuestra ciudad: la policía, bajo las órdenes del señor gobernador (J.C.Romero), reprendió con palos, balas y una ridícula violencia, a docentes, estudiantes y otros que sólo pasaban por la Plaza 9 de Julio, luego de una justa manifestación docente. En consecuencia, la llamada “Noche de las tizas” nos mostró a todos que también era mentira que “nunca más” la policía asesinaría a personas en las calles y les quitaría la libertad de expresar su inconformidad. Si no, pensemos en las muertes de Kosteki y Santillán. Igualmente, parece que el terror de las desapariciones de personas, como Julio López, sigue vigente.
Ya lo dice León Rozitchner: “Las fuerzas que debieran protegerte son las que pueden matarte”. El mundo al revés de la democracia argentina organizada con modelos genocidas, ya no puede engañarnos más.
Entonces ¿a qué le dijimos “nunca más”? Como juventud, parece que estas palabras tuvieron efecto, pero en relación a la negación cada vez más acentuada hacia la discusión política y la participación activa en ésta (más allá de adhesiones o no a partidos políticos). Asimismo, se le dijo “nunca más” a la presencia física de toda una generación de sindicalistas, intelectuales, estudiantes, docentes, sacerdotes, y profesionales varios. Un punto que promovió todo esto fue, seguramente, la corrupción que fomentó el gobierno de Menem y que llevó a la gente a pedir “Que se vayan todos”. Es decir, se llegó a los límites la credibilidad en los representantes políticos y a los comienzos de lo que Rozitchner menciona como “la destrucción de una cultura de creación y resistencia.”
Cuando les preguntamos a algunos adultos que sí estuvieron en el tiempo de la dictadura, las respuestas comunes son: “es difícil hablar de eso, porque aún sangran fuertemente las heridas entre la gente de la universidad” (una docente de la UNSa); “Aquí en Salta no podés hacer tranquilamente dibujos o cualquier expresión artística, porque te persiguen y censuran” (una profesora del Bellas Artes).
Las heridas sangran y la censura sigue vigente hoy en Salta por muchos otros motivos. Por la memoria oculta, por dos palabras sin efecto como el “nunca más” que invaden los medios. Por una educación pobre. Por el arte controlado por el gobierno. Por una “Salta la linda” maquillada por los medios de comunicación hasta más no poder. Ciertamente, la realidad nos muestra que en esta provincia ha crecido [y seguirá creciendo] la pobreza, la indigencia, la exclusión social de miles de salteños que llegaron a conformarse con la miseria de los “planes sociales” y la imposibilidad de vivir dignamente.
Desde el lugar en el que estamos, no queremos olvidar la historia de los que lucharon (vivos y muertos) por una sociedad más justa y una universidad mejor. “La cara al frente como he luchado” – frase inserta en las primeras aulas de nuestra universidad – pasa de ser una oración simple a convertirse en un enunciado complejo que hoy queremos actualizar. Quizás estas páginas sean una forma de comenzar. Porque cuando nos sentamos frente a la fotografía de personas desaparecidas como Silvia Aramayo, muchos pensamientos ocurren en nuestra mente. Entre otras cosas, podemos decir: “Silvia, no te conocí pero sé que luchaste contra grandes injusticias y eso basta para que tu accionar quede ya en nuestra memoria”.
Construiremos, así, la memoria activa, no la “memoria de museo” que sólo encierra un interés protocolar para la opinión pública y la mirada internacional. La memoria activa, en cambio, sirve para generar cambios, para hacer algo por nuestra cultura herida con la boca tapada y los ojos vendados. Lamentablemente, existe hoy una suerte de doble juego de las “políticas de la memoria” del gobierno nacional y (ahora) provincial. Por un lado, organizan un “circo aparente” con juicios, museos, actos, publicaciones, programas de T.V. que aluden a la última dictadura, etc. Es decir, parece que queda muy bien acordarse de “los muertos de la dictadura”. Pero a veces, las imágenes que se muestran, ocultan al mismo tiempo lo que revelan: no nos dicen por qué se produjeron esos hechos, quiénes fueron sus promotores nacionales e internacionales, qué poderes económicos, religiosos y políticos contribuyeron a la masacre en el periodo dictatorial, etc. Tampoco se menciona que el punto final de ese desastre fue en gran medida el menemismo, con la venta de todos los bienes nacionales, y la destrucción de una cultura de continua creación, sin olvidar la miseria de millones de argentinos. Es más, llega a circular la idea de que “los culpables fuimos todos”, anulando las responsabilidades con la intención de borrar la memoria colectiva. Al mismo tiempo, con ciertos relatos limitados a describir los hechos espantosos, vuelve a surgir la amenaza, porque la gente queda engañada por la ilusión y el impacto, sin desarrollar un juicio crítico que aporte a la justicia social.
Pero, como dice Galeano, “no hay desgracia sin gracia, ni desaliento que no busque su aliento, ni escuela que no encuentre su contraescuela”. El Gobierno podrá decir “nunca más” y querer limitar la memoria activa, la cultura de la creación y la resistencia, pero la juventud y la sociedad entera no dejaremos que eso ocurra. Rescataremos del olvido lo que sucedió en la dictadura más sangrienta de la historia argentina, y los sucesos de represión y desapariciones en Salta y en toda Argentina. Comprenderemos que aquella lucha por la que miles de personas dieron su vida, es también la actual lucha de otros argentinos que se organizan y reclaman hoy. Rescataremos del olvido todo y construiremos la memoria activa para volver a luchar por la libertad de expresión, por la justicia social, para mantenernos vivos, luchar con la cara al frente, resistir las injusticias y nunca más olvidar.

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