Oveja Negra
Revista Universitaria
Salta, Argentina
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miércoles, 6 de febrero de 2008

Palabra / poder

Revista Nº1. Octubre 2006

Palabras que despintan

I
Hace unos días oí decir a un chico de unos cuatro o cinco años, luego de interrumpir lo que cantaba en el colectivo: “No mires mis palabras.” Ignoro si el destinatario era el padre o algún tío; sí recuerdo lo que le respondió: “No seás opa, las palabras no se ven, se escuchan.” Y siguió en lo suyo. Es decir, mirándole las palabras al chiquito.
Las lógicas que habilitan esta respuesta están formalizadas, el pequeño está aprendiendo. Está aprendiendo que las palabras solo se oyen y nada más.

II
“Si el de Berlín cayó, éste por qué no”, dice un graffiti pintado sobre el muro de 22 kilómetros levantado hace diez años por Estados Unidos sobre la frontera entre San Diego (EUA) y Tijuana (México). Ese muro está levantado con sobrantes de la invasión estadounidense a Irak del año ‘91.
Estas palabras juegan con la continuidad de devaneos de las políticas internacionales referidas a fronteras: desean -estas palabras- que caiga también este muro como cayera aquel otro en el ’89. El muro de Berlín fue derribado durante la Perstroyka en la ex Unión Soviética, y dividía al mundo entre Este y Oeste. Las manos mexicanas que escribieron esas palabras tendrán que multiplicarse casi hasta el absurdo (o infinito, hablando en términos matemáticos), Bush ha firmado la ley que asigna fondos para levantar un doble muro en la frontera sur de EUA. Se añadirán, ahora, 1200 kilómetros más de paredes para escribir. El gobierno de G. Bush ha destinado los primeros 1.200 millones de dólares (de un total de 8.000 millones que podría costar el muro fronterizo, las barreras vehiculares, iluminación, los radares de tierra, las cámaras infrarrojas y sensores avanzados) para la muralla norteamericana y la tecnología a los efectos de “proteger” a su país del Sur.

III
Y en México qué se dice. El presidente electo de México, Felipe Calderón, ha reafirmado el “continuismo” en las relaciones de su país con Estados Unidos; es decir, seguirá con las políticas de Vicente Fox. Nadie desconoce que los países de Centroamérica, luego de los sangrientos años ’80, y en especial México, se han transformado en democracias amigas y seguras. Han asumido el lugar de subordinación y sometimiento que la Casa Blanca les ha asignado. Claro que este lugar conlleva “algunos daños colaterales” que, en buen chicano, se traducen como miseria y pobreza, la misma que determina la migración clandestina al norte. Cada año, aproximadamente medio millón de mexicanos intentan cruzar ilegalmente a Estados Unidos para huir de la democracia bendecida por Bush y manejada por hombres como Fox y, ahora, Felipe Calderón.

IV
"Si la gente sabe que serán detenidos y deportados por entrar ilegalmente, se reducirán las posibilidades de que entren ilegalmente", dijo Bush al firmar la ley de gastos para el Departamento de Seguridad Nacional para el periodo fiscal 2007, en Arizona. Y continuó: "Es una buena ley... mejora las normas de seguridad en las plantas químicas nacionales, protege a las ciudades estadounidenses de las armas de destrucción masivas y frena a los terroristas que pretenden entrar a nuestro país."
El muro del pensamiento único de occidente continúa levantándose entre el norte y el sur. Parece un acertijo de conceptos propios de la geografía: ¿Cómo occidente levanta muros entre norte y sur?
Y es así. Hablábamos de lógicas y éstas emplean palabras para ordenar, entre otras cosas, geografías y muertes.

V
El chiquito del principio de la nota desconoce, por supuesto, que hay un norte y un sur. Está aprendiendo, sin embargo, otras cosas que lo habilitarán para ser una persona lógica que perfectamente entenderá que las palabras sólo se escuchan y, en el mejor de los casos, se leen. Aprenderá que no tienen olor, que son claras y unívocas, que no pueden ser rojas, blancas o grises. O quizá, sí. Quizá haya una apertura en su mundo hacia ese color: y algo podrá ser gris, incluso las palabras. Por lo pronto, está aprendiendo con la sed propia de la edad.
O quizá, no. No entenderá ni aceptará que las palabras no se ven. De hecho, él las ve y las espía desde sus cuatro años con la urgencia de alguien que habitará el mundo que ya habita.
No toda palabra se escucha o se lee como quieren los dueños de las palabras grandes y aberrantes de estos tiempos. Invasión, muro, guerras preventivas, antiterrorismo, daños colaterales, norte, democracias amigas, migrantes y muchas otras que están en la agenda del poder se van despintando. Porque sí, parece que nuestro chiquito del colectivo tiene razón (qué paradoja): las palabras se ven.

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