Oveja Negra
Revista Universitaria
Salta, Argentina
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lunes, 3 de noviembre de 2008

“Que se vengan los chicos de todas partes…”










Por Oveja Negra
Ilustración: Diego "Cubano" Arroyo.
Foto: Desfile del 9 de Julio de 2008, Cuerpo de Policía Infantil de Santa Lucía

El tema de la infancia vuelve constantemente a ser noticia, pero generalmente no desde una posición crítica sino regida por el amarillismo: todos los problemas de la sociedad tienen un efecto más sensacionalista si se ve cómo afecta a los niños. Por ejemplo, en los últimos tiempos los medios hablan de la violencia en las escuelas (agresiones alumno – docente o alumno – alumno) y parece que los comunicadores se pelean por encontrar el caso que involucre a chicos lo más chicos posibles. Hasta se encontró un caso en Tucumán de un niño de sólo tres años que habría apuñalado a otro de ocho. No deja de llamar la atención cómo estas situaciones parecen ponerse “de moda”: hace un par de años la problemática era chicos que llevaban armas a las escuelas e incluso las usaban contra sus pares (recuerden, por ejemplo, el caso de “Pantriste”). ¿No será que cada temporada el periodismo cubre solamente los casos “de moda”? ¿Podrá ser, incluso, que la constante cobertura de estos casos de alguna manera los incentive?
De una manera u otra, el mensaje, muchas veces disfrazado de “autocrítica” (¿Qué estamos haciendo mal con nuestros chicos?), es el mismo que se viene repitiendo desde que existen las brechas generacionales: “La juventud está perdida”, “No tienen valores, no les importa nada”, “¿A dónde iremos a parar?”. La “autocrítica” suele apuntar al Estado, revisando cuáles son los espacios y mecanismos “de contención” que éste brinda a nuestros chicos, especialmente a los de zonas marginales.

En ese sentido el Estado provincial salteño vuelve a estar en la mira por la existencia del Cuerpo de Policía Infantil y la reciente creación del Cuerpo de Policía Infantil Femenino. Un informe del diario porteño Página 12 logró que el tema se instale en la polémica de los medios locales, especialmente radios y semanarios. Las opiniones se encuentran divididas entre quienes piensan que es un buen sistema de contención para los niños (“para que no anden paveando”, dice Martín Grande), especialmente los de condiciones socio económicas menos favorables, y los que lo ven como una aberración destinada a “domesticar” niños en un sistema castrense con resabios de la última dictadura militar.
En definitiva, el tema sirvió para verificar la falta de políticas unificadas para con la infancia, ya que el Vice Gobernador Zottos se expresó a favor de estos cuerpos, mientras que el Gobernador Urtubey dijo no estar de acuerdo “ideológicamente” pero que los “acepta” porque están desde hace mucho tiempo (¿?). El Secretario de Cultura, Gregorio Caro Figueroa, se mostró totalmente en contra como ya lo venía manifestando desde su trabajo periodístico desde hace años, aludiendo que la inclusión social de los chicos debería pasar por actividades relacionadas con la cultura y el deporte. Sin embargo, aclara que esa es su opinión “como ciudadano y no como funcionario del Gobierno” (¿? ¿?). Finalmente, el Ministro de Seguridad Jorge Skaf defiende los cuerpos policiales infantiles remarcando que fueron creados en plena democracia (1990, bajo el gobierno de Hernán Cornejo) pero omite que se crearon siguiendo el modelo que había instaurado durante la última dictadura Bussi en Tucumán.


Hay que pensar que el caso del Cuerpo de policía infantil (que tomó relevancia en los medios últimamente) no es el único a cuestionar. La problemática es extensiva, y de fondo incumbe a diversas instituciones de nuestra sociedad que sostienen discursos dogmáticos a la hora de pensar en hacer algo por los chicos. Podemos mencionar a la gendarmería (con su cuerpo de gendarmería infantil), o a las Instituciones religiosas (por ejemplo, los Semillitas, Pequeñitos de María, Aspirante de Acción Católica, Infancia Misionera, etc.) entre otras. Todas estas instituciones reclutan niños con la justificación de brindar una contención social que no obtienen en otro lugar (llámese escuela o familia). En efecto, en estos espacios realizan actividades que a las familias les cuesta cada vez más ofrecer (ya sea por razones económicas o de tiempo), como paseos, campamentos, deportes, etc. y a la vez como refuerzo de las escuelas (apoyo escolar, disciplina, “moral”...). Esta “suplencia” lo que revela en realidad es la deficiencia y falta de coherencia del Estado al momento de determinar políticas educativas y sociales. Por un lado, tenemos escuelas totalmente debilitadas tanto en contenido como en infraestructura y, por otro, extensiones de las Fuerzas Armadas y entidades religiosas con una función “para-disciplinaria” e ideológica camufladas de “contención social”.
En este contexto, en el cual estas instituciones se presentan como opciones de vida para los niños, las familias –los adultos- juegan un papel decisivo a la hora de elegir cierta entidad para la educación y formación integral de sus hijos. Pero como vemos, esas decisiones se toman en un marco de “opciones” sin salida. Probablemente muchos de los padres que optaron por mandar a sus hijos al Cuerpo de policía infantil lo hicieron motivados por falta de alternativas más que por una afinidad ideológica con las FF. AA. La oferta de actividades promovidas desde estas entidades se caracteriza por ser masiva a causa de su gratuidad o su bajo costo. Además el carácter histórico de las instituciones de la policía o la iglesia les garantiza a los padres la continuidad de las actividades de contención para sus hijos.
Por otra parte, cabe pensar que las actividades promovidas por estas instituciones van de la mano con determinados parámetros de vida que normativizan la infancia estableciendo aquello que el niño debe aprender para poder convivir en sociedad y ser un ciudadano correcto.
Éstas y otras cuestiones relativas a la infancia no son tomadas en cuenta por el periodismo pululante. Los medios de comunicación enfocan la mira en casos extremos y dejan en un segundo plano a todas las problemáticas que subyacen a la explosión de la noticia.

Fuente: Semanario Nueva Propuesta, viernes 25 de julio de 2008.

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